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René Redzepi recibiendo el premio Bob Noto ’23, Massimiliano Alajmo ironizando menú, Virgilio oficiando su telurismo peruano en la mesa imperial más hermosa jamás vestida, Christian Costardi y Terry Giacomello saborizando el arte contemporáneo, Federico Zanasi, Floriano Pellegrino y nuestro Paco Méndez divirtiéndose a lo grande, grandes restaurantes y sabores intrépidos, Ferran Adrià… Torino y su señorío como gran escenario; dirigiendo la obra, Luca Iaccarino, Stefano Cavallito y Matteo Baronetto. Indeclinable…

Música recomendada:

Sería demasiado osado a estas alturas “descubrir” Torino, una de las ciudades más hermosas de Italia (y de Europa) y con un porcentaje altísimo de belleza, arte y gastronomía, justo los tres parámetros que animan el encuentro ‘Buonissima Torino’ creado por los colegas Luca Iaccarino y Stefano Cavallito y el gran chef Matteo Baronetto.

Sí, Torino es inevitable. Fue de ahí de donde nos llegó, al principio de este siglo, la buena nueva de la cocina contemporánea italiana, con, precisamente, Bob Noto -y Giorgio Grigliatti-, ese hombre inclasificable (el tipo con más inteligencia sápida, en palabras de Ferran) pobló tantas y tantas charlas, cenas y risas en los comienzos de lo que hoy es San Sebastian Gastronomika. En efecto, fueron Bob y Giorgio, turineses, quienes abrieron a España aquella pléyade de jóvenes e inquietos chefs que devinieron luego los más grandes de Italia (y, a la vez, mostraron a los nuestros ahí). Recuerdo también con una cierta melancolía los exquisitos productos piemonteses que ambos se traían en el coche para regalarnos los intensos días de congreso… Torino entonces. Torino ahora. Bob ya no está, pero su impredecible sarcasmo sigue presente en el premio con su nombre que se otorga cada año en Buonissima, en esta edición a René Redzepi.

Inspirado en la socarronería que marcó la vida como gourmet de fino estilo de Noto, Massimiliano Alajmo (ganador del premio el pasado año) se encargó de dar la gran cena del homenaje. En el majestuoso restaurante Delcambio, el local de Matteo Baronetto. Un menú con mucha ironía…
Alajmo no se cortó ni una peseta. Toda la cena fue un constante guiño a lo surreal. Si Bob Noto fue capaz de quitarse la camisa (manteniendo la chaqueta) en un gran restaurante porque no le quisieron poner mantel, Massimiliano abrió con una carne in vitro que era en realidad un vaso de soda de ruibarbo pegado sobre un steak tartare trufado que se comía, tras beber el chupito, mordiendo directamente en el culo del receptáculo. Ironías…

La cena homenaje a Bob Noto por Massimiliano Alajmo. Buonissima Torino. Turín. Fotos: Xavier Agulló.
La cena homenaje a Bob Noto por Massimiliano Alajmo. Buonissima Torino. Turín. Fotos: Xavier Agulló.

Antes de sentarnos, sin embargo, cocteleamos con Ferrán Adrià, su mujer, Isabel Pérez, y Virgilio. La ginebra de Barcelona -Gin Raw- en la copa, con vermut blanco y un cordial de anchoa y aceituna.
De vuelta a la mesa. Vinos de Fontanafredda, Umani Ronchi y la DO Barolo. “Assaltimbocca”, tomate picante, helado de ventresca de atún y alcaparras. Picosidad.

Intermedio con un plato inesperado de Matteo Baronetto: salmón y conejo. Finas lonchas de salmón (curado, ahumado y marinado) fundiéndose en finas lonchas de carne de conejo en una deliciosa kermesse de morbideces.
De vuelta con Alajmo, “Bob-spoon” (la cuchara de Bob) a base de (en cuchara doble) un puré de patata especiado, mozzarella explosiva y picante y corona de caviar. “Clos de Bouillon” (chiste equívoco sugiriendo un vino francés que en realidad era un caldo (“bouillon”) de buey, pollo, azafrán y foie gras con fritella de parmiggiano. Menú de sarcasmos. Conserva a la italiana: un bote de vidrio relleno de una pasta muy especial –“ruote pazze”, que sólo elabora Benedetto Cavalleri- en forma de llanta haciendo el amor con tomate al café y stracciatella. Las “tripas del bosque” que siguen son setas con crema de setas, polenta y trufa blanca de Alba. La “colpa del nonno” (culpa del abuelo), perversión del nombre original -la copa del abuelo- es un homenaje a los helados baratos de bar, helados de café que se compraban los domingos para la comida familiar. Massimiliano lo interpretó con helado de café, espuma de café, galleta y sprayando directamente en nuestras bocas whisky Talisker. Por fin, el “cortocircuito”, una copa doble con café al cardamomo por un lado y fruta de la pasión por el otro, juego de sabores y temperaturas.
Como siempre en Buonissima, los excelentes chocolates de Guido Gobino.

Los chocolates y la gianduja de Guido Gobino. Buonissima Torino. Turín. Foto: Xavier Agulló.
Los chocolates y la gianduja de Guido Gobino. Buonissima Torino. Turín. Foto: Xavier Agulló.

Dentro de los chocolates de Guido Gobino
Vamos a empezar marcando territorio: la gianduja de Guido Gobino es, oficialmente, la mejor del mundo. Y lo es. Sus “giandujotto” son de alto (y finísimo) voltaje. Cacaos del máximo nivel y avellanas del Piemonte tostadas sabiamente. Nada puede fallar. Gobino representa el top de este bombón (y la crema de avellana) nacido a mitades del XIX en Torino.
Lo cuento porque esta mañana estuve en sus instalaciones viendo todos los procesos… y dándome un festival de “giandujitti”, por supuesto.

La comida posterior, en Barbagusto, una “piola” (restaurante tradicional sólo con cocina italiana) de pro que nos sirve vitello tonnato, salchichas de Bra, steack tartare, anchoas con mantequilla, queso de cabra, lengua y ensaladilla de entrada y, como segundo, los agnolotti Bra&Barbera, es decir, con salchicha de Bra y vino barbera.

La cena de Virgilio. Buonissima Torino. Turín. Fotos: Xavier Agulló.
La cena de Virgilio. Buonissima Torino. Turín. Fotos: Xavier Agulló.

La inmensa (y epifánica) cena de Virgilio
Nos movemos hacia OGR, un vibrante y exquisitamente diseñado multiespacio (cultura, gastronomía y hub de innovación) que en otros tiempos fue lugar para grandes reparaciones (trenes, etc.). El gusto italiano rampante… Aquí va a tener lugar la gran cena de Virgilio…

Un gran espacio, todo negro, mesas negras con los catálogos pantone de los colores que marcarán los platos de Virgilio encima de los manteles. Nada más. Minimalismo intachable. El aperitivo de Gin Raw con tónica, zumo de lima, caña infusionada con kjolle, sirope de azúcar, bitter de naranja y solución salina, elaborado por el equipo de Virgilio. Y, por supuesto, “bollicine”. Tartare de paiche (ese pez amazónico gigantesco) con crujiente de polen y chuño (patatas andinas tradicionalmente deshidratadas). Suave…

Porque lo que viene a continuación -la cena- va a ser muy fuerte. Imagínate un espacio inmenso, casi infinito en la mirada penumbrosa; en el centro, una imposible mesa imperial para 120 personas; cubriéndola y enredándola, la verde vegetación amazónica. Un espectáculo visual shockeante, onírico. Una pura metáfora de Buonissima: arte, belleza… y la cocina de altitudes de Virgilio.
Ahí están Ferran e Isabel, ahí Antonella, más allá la Morelli… Va a ser una gran noche.

“Inmersión profunda en el Pacífico, valles, alturas y la Amazonia”, define Virgilio su menú. Se inicia el viaje a 12 metros bajo el océano, con tres propuestas: calamar con pasta de algas, textura de pan; navajas con espirulina; y vieira. Ligando todo, el sabor del “yuyo”, la crema de alga roja.
Nos disparamos a 3.200 metros de altitud con las papas (olluco, oca y oekorani) y la raíz yacon.
Descendemos a los 5 metros bajo el nivel del mar… Pulpo, sargazos y códium (fresco y frito). Sabores corales.
Hacia lo más alto. 4.150 metros. Millo, toque tostado, kiwicha (amaranto) y cangrejo de río prácticamente crudo, una vorágine de texturas y sensaciones.

El final es grande: cacao, copazú (futo de la familia del cacao del que se come la pulpa blanca) y otra variedad del cacao, el macambo, junto a Mater Q’aqe, un amaretto a lo bestia hecho en Cuzco… Una locura impresionista alrededor del cacao y sus declinaciones. Un resumen de la sabiduría y clase culinaria de Virgilio para no olvidar.

El almuerzo The Circle. Buonissima Torino. Turín. Fotos: Xavier Agulló.
El almuerzo The Circle. Buonissima Torino. Turín. Fotos: Xavier Agulló.

Un dúo virtuoso y artístico: Christian Costardi y Terry Giacomello
Un reto: traspasar la exhibición fotográfica de Luca Locatelli (The Circle) al plato. Una muestra que aglutina diversos trabajos de economía circular por el mundo y que se puede ver en la galería de debajo del restaurante Scat-To, del chef Costardi, que es donde hemos quedado. Completando el team, Terry Giacomello, del restaurante Nin, al que conocí hace años porque se pasó cuatro temporadas en El Bulli.

Comenzamos con Costardi. Cromática ensalada de mar (gamba, mejillón, berberecho, salicornia, tinta, caviar) bajo un velo de agua de pulpo. Belleza. Giacomello responde con sus tagliolino a la clara de huevo (de gallinas alimentadas con miel y leche de cabra, consiguiendo una textura de la clara muy elástica), trufa negra y fondue de parmiggiano.

De regreso a Costardi, servido en lata, el arroz carnaroli con fondo de pescado, calamar, limón salada y la vibración del katsobushi. Diversión. Y todavía, del mismo chef, pichón con cremas de castaña y avellana y mucha trufa blanca de Alba (TartufLanghe), que hoy está aquí Paolo Montanaro, su propietario.

Da caña sorpresiva Terry con su patata fundente, cáscara de isomalt rellena de crema de patata y, encima, una gelatina del caldo. Se nota lo de El Bulli… Y también su gusto por Mugaritz, porque para rematar ofrece un limón lleno de moho, “ese limón que olvidamos en la nevera”, me sonríe) relleno de crema de limón… de color verde moho.

Gin tonics y tapas españolas en Eataly
Antes de la cena, por la tarde, camino hacia Eataly para asistir al taller de gin tonics de Gin Raw y tapas fáciles españolas. Por qué no. Me meto tres estupendos gin tonics mientras charlo con la camarada Antonella de Santis y vamos acompañando con un surtido de ibéricos, lardo y castañas, chips con mejillón en escabeche, anchoa sobre ricota con toque de limón, pincho de calamar relleno (de lata) con chorizo y salsa de hummus picante y boquerón con oliva, una gilda huérfana de piparra.

La cena de Condividere. Buonissima Torino. Turín. Fotos: Xavier Agulló.
La cena de Condividere. Buonissima Torino. Turín. Fotos: Xavier Agulló.

Condividere, estallido de talentos: Zanasi-Pellegrino-Méndez
Si el año pasado la cena en el Condividere fue de lo mejor de Buonissima… este año, también. Zanasi no sólo es un cocinero muy dotado, sino que, además, sabe conjugar otras manos con unos resultados más que brillantes. En esta edición contó -como el pasado año- con Paco Méndez (Come, Barcelona) y con Floriano Pellegrino, de Bros (Lecce), un hombre cuyos platos suenan a rock and roll.

Una gran (y muy gamberra) cena que compartí con la colega Antonella de Santis (Gambero rosso). La diversión ya comenzó con el aperitivo: bocata de tamarindo; gordita de yuca y butifarra del perol y tartaleta de hierbas y praliné de semillas de calabaza. Tres auténticos riffs que no dejaban dudas sobre lo que llegaría después…

Vamos a ello. Merengue seco de remolacha y zanahoria con crema de coco y sombrero de caviar. Navajas (taumatúrgica elasticidad) en escabeche. Ostrón con yuca fermentada. Mochi relleno de morcilla y mosto reducido (servido en pipeta directa a la boca por el propio Floriano, muy amante de los rancios). Tostada de tartare de wagyu con trufa blanca de Alba, el rock suave de Paco. Pan “bagnato”, erizos y ricotta a la brasa, Zanusi incomodando el confort.

Subimos el volumen con el dueto de ensalada césar, deconstrucción de Paco con una crema de lechuga, helado de parmesano y anchoas, por un lado, y pieles y alas de pollo en mole. Berenjena, agua caramelizada de garbanzos napando, limón “muerto” maduro, tralla Pellegrino. Explosivo berlingot (pasta en forma de tetraedro inspirada por los caramelos rellenos) de comté con consomé de cebolla, mantequilla de langosta y grasa rancia. Timbal (cono de spaghetto, a la manera de un volcán) relleno de pato y dale trufa blanca de Pellegrino. Langosta “Combal” (homenaje a Davide Scabin), ahumada y marinada con gorgonzola, una animalada, una provocación de Zanasi. Y brutal el aguacate con mole negro de Méndez.

Vamos acabando… Sopa de letras de Pellegrino: infusión de canela y jengibre con las letras de su restaurante (Bros) en gelatina. Helado de millo con chocolate de Cayeta.

Y así terminé Buonissima Torino 2023, todo un acontecimiento metaculinario y una forma sabrosa, bella y artística de resituar con clase y elegancia una ciudad en el mapa internacional.

No fue fácil el Binómico de este año. Una tormenta catastrófica se ensañó con Huelva dificultando la llegada de los ponentes nacionales e internacionales; pero nada que no pudiera superar el equipo organizativo, comandado por Alberto de Paz y Rocío Pla. Y, por fin, plantando cara a los elementos, Binómico, en esta edición con protagonismo especial de Colombia, volvió a ser el gran foro de las gastronomías iberoamericanas…

Música recomendada: Huesos na más (Manzanita)

Tercera entrega ya del congreso. Esta vez viajo con mi colega y gran chef, Diego Schattenhofer (1973 Taste, hotel Villa Cortés, en Playa de las Américas, Tenerife), que ha sido invitado para desvelar en ponencia su reciente estudio -junto al Instituto Canario de Investigaciones Agrícolas- sobre la cabra y su gastronomía, desde la cartografía proteínica hasta los límites de las maduraciones. Este estudio, pionero en el mundo y llamado a ser referente en la cocina de la cabra, coincide con la vindicación, en la provincia de Málaga, de este animal como “nuevo” player en la culinaria contemporánea, y no sólo por sus cualidades organolépticas, sino también por ser una ganadería sostenible. Diego, que lleva años estudiando el caprino en Tenerife con su equipo de científicos, presentará en el escenario diversas curaciones (15, 30, 45 y hasta 90 días) enfrentadas en frío, las posibilidades técnicas de las vísceras (mollejas, riñón, hígado y corazón), caldos destilados de sus carnes…

Binómico. Huelva. Foto: Xavier Agulló.
Binómico. Huelva. Foto: Xavier Agulló.

Primer día. Por la mañana. Llego a Casa Colón -el lugar de las ponencias- y me recibe uno de los cafeteros llegados desde Colombia. Es representante de Amorigen, marca de café creada por diversas comunidades indígenas en la Sierra Nevada colombiana. Me ofrece un café filtrado excelente, suave, sutilmente aromático, chocolate, caramelo, cítricos… Suavidad que debo vencer para presentar en el escenario al chef-enfant terrible colombiano Álvaro Clavijo, puro rock and roll que, con su El Chato de Bogotá, ha conseguido auparse al puesto 33 de 50 Best. ¿Qué vas a hacer, Álvaro? “Un arroz con sardina en escabeche y… socarrat, porque en Colombia, en la cocina familiar, también es popular”.

La edición 2023 de Binómico Huelva se podría definir como la instantánea actual de las cocinas iberoamericanas con más que decir, desde las posiciones de cariz vanguardista hasta vindicaciones aborígenes y sociales. El cromático fresco de los emergentes sabores de las tierras de Centro y Suramérica. Bailes, colorido, música, chefs de renombre, sabores arrebatados de historia y fuerza telúrica, ilusión, solidaridad, sensaciones holísticas, en fin, con la cocina como catalizador.

Binómico. Huelva. Foto: Xavier Agulló.
Binómico. Huelva. Foto: Xavier Agulló.

Ahí estuvieron Edwin Rodríguez (Quimbaya), la jovial Luz Dary Cogollo, icono de las cocineras colombianas; Pablo Bonilla (Sikwa, Costa Rica), la célebre Pía Salazar (Mejor Pastelera del Mundo 2023) y Alejandro Chamorro (Nuema, Ecuador), la colombiana Leonor Espinosa (Mejor Chef Femenina del Mundo 2022), la famosa Chef Tita (República Dominicana)…
Entre todos ellos, y en un clima lleno de luz, Andoni Luis Aduriz, Francis Paniego, Juanlu Fernández, el referente onubense, Xanty Elías
Una panorámica de alto nivel que consolida a Binómico Huelva en el mapa de los grandes congresos gastronómicos internacionales.

Francis y Andoni con sus "estrellas". Binómico. Huelva.
Francis y Andoni con sus «estrellas». Binómico. Huelva.

No faltaron las comidas –Casa Diego, en la arenosa belleza de Punta Umbría, Portichuelo, en la propia Huelva, y, claro, la Finca Alfoliz de Xanty.
Ni, desde luego, el punto central y único en el mundo del congreso, las nuevas estrellas en el Paseo de las Estrellas de la Gastronomía, junto al Mercado del Carmen (a la manera del Paseo de la Fama de Hollywood), que este año se otorgaron (e incrustaron en la acera) a Leonor Espinosa, Pía Salazar, Andoni Luis Aduriz y Francis Paniego.

Desafortunadamente -cosa de los aviones- me perdí la gran fiesta final en la Casa Colón, en la que Colombia se desató de tradiciones con sus frutas tropicales, su lechona y su “fritanga”.
En fin. Hasta el año que viene, amigos…

El silencio de la limusina es el sonido del lujo mientras atravesamos velozmente el sol de Málaga camino a Finca Cortesín, uno de los hoteles más codiciados de Europa y donde voy a checar sus suites y, por supuesto, sus gastronomías. Virtuosa mélange de jardines oníricos, estancias de opulencia espacial, servicio de lustre y reparadora atmósfera, me dilataré en sus restaurantes más informales -piscina y beach club- y vibraré Asia en el Rei de Luis Olarra (ex Kabuki) y tradición en El Jardín de Lutz del preciso Lutz Bösing. Un plan perfecto…

Música recomendada: We just couldn’t say goodbye (Maxine Sullivan)

Dejar la suite tras el largo viaje, con techos de cuatro metros de altura, deliciosa decoración y todos los detalles del deseo, frutas frescas, chocolates, una bañera de mármol con mi nombre escrito en ella y esas ammenities Penhaligon’s, puro estilo british que te hacen sentir un dandy, se haría difícil si no fuera porque, desde la generosa terraza, siento la llamada de la fresca piscina, rodeada de olivos y desde donde llegan seductoras aromas a brasa.
Grill y kamado frente a la lamina de agua azul prusia… Frescor y molicie, amigos. Calamares fritos con alioli, berenjenas con miel de palma y la gran lubina a la brasa.
Un paseo entre las rosas blancas y, sí, la bañera…

Hotel Finca Cortesín. Piscina. Casares (Málaga). Fotos: Xavier Agulló
Hotel Finca Cortesín. Piscina. Casares (Málaga). Fotos: Xavier Agulló

Cena en el Rei de Luis Olarra
Es la última novedad de Finca Cortesín (ha abierto hace dos meses). La propuesta de Luis Olarra, que sigue -aunque de forma más personal, acariciando Japón desde la tradición y desde algunas colisiones incruentas con el Mediterráneo-, la senda del anterior Kabuki Raw se surte de la exuberancia malagueña para viajar a paisajes de fantasías orientales. Con una asombrosa carta de vinos, el producto del mar que asoma al fondo se presenta con una jugosa gamba de Sanlúcar en tempura con caviar; una ostra de Oléron con ralladura de lima, crema de aguacate ahumada y aire de yuzu; bun con bogavante, cilantro y aire de manzana verde y palo cortado; tosta de arroz suflado minori del Delta del Ebro con crema de códium y huevas de trucha; y, para finalizar el primer envite, un bombón de té matcha. Luis marcando su territorio…

Restaurante Rei. Finca Cortesín. Casares (Málaga). Fotos: Xavier Agulló.
Restaurante Rei. Finca Cortesín. Casares (Málaga). Fotos: Xavier Agulló.

En tiempo de usuzukuris, las vieiras con salsa de plancton y códium, el calamar con kale, chile dulce, yuzu y chipirones fritos y la wakame crujiente con tataki de lubina, huevas de pez volador y fino caldo de lubina. Tratamientos perfectos de la materia prima, estereofonías…
Y el espectáculo del tartare de atún de almadraba con base de tuétano de vaca gallega, katsobushi y caviar, presentado en la mesa en sus brasas, oh…
Sushi. Lubina; lomo de atún con trufa; salmón, miso y eneldo; chutoro; vaca gallega con gremolata; y gamba roja (con su lúbrica cabeza).
Carrillera de angus con teriyaki (de su propio jugo), pak choi y puré de patata trufado. Rei: gran producto, refinadas manos, cromatismo sensorial.
Sorbete de pomelo y jengibre. Mousse de avellana y chocolate con cáscara de cacao y avellanas tostadas.

Un día en el Beach Club
El desayuno, en Finca Cortesín, es, por fortuna, civilizado: servido en la mesa y a la carta (desde divertidos cócteles de zumos eco hasta una apabullante carta de huevos, pasando por ibéricos, quesos, dulces…) . En el jardín, frente al perfecto césped y los árboles frondosos, bajo los toldos… El día empieza comme il faut, sonrisas, suave brisa, frescor en la mesa, caprichos a la orden.
La mañana se presenta luminosa antes del masaje que voy a tomar en el spa. Debo recomendar a la masajista china, un profesional con hard rock en las manos (y en todo el cuerpo, porque se monta en la propia camilla) y que, créeme, me cambia el rollo y me propulsa a otros mundos deleitosos. Cuatro días después, todavía tenía la espalda perfecta y tonificada.

Desayuno. Beach Club. Finca Cortesín. Casares (Málaga). Fotos: Xavier Agulló.
Desayuno. Beach Club. Finca Cortesín. Casares (Málaga). Fotos: Xavier Agulló.

Y ya es tiempo de bajar al Beach Club, tres minutos en la Mercedes. El Mediterráneo estallando… Grandiosa piscina “sin fin” confundiéndose con el mar, unas balinesas que, lo sé, voy a fatigar, y el restaurante, a pie de arena. Un negroni no puede faltar… La mesa, rodeada de azul, ya está preparada: carpaccio de salmón con mahonesa de erizo y salsa de tamarindo; muy correctas croquetas de jamón ibérico; tomates de la tierra con mozzarella y aguacate; “palomitas” (gambitas fritas); boquerones victorianos fritos; gambas blancas de rigurosa cocción; y, claro, sardinas a la teja sobre hoja de higuera, preciso punto.
En las balinesas, casi pierdo el último transfer al hotel…

La cocina de Lutz en El Jardín de Lutz
La tarde todavía se resiste a perder los colores en el jardín… La brisa es amable y Lutz sonríe. Su cocina es exquisitamente “normal”. Platos que parten siempre de la tradición o el clasicismo elaborados de forma inmaculada y regalando sabores verdaderos, sin mixtificar. Lutz lleva ya muchos años en Andalucía y se las sabe todas. Ahí, en la ensoñadora coreografía del restaurante, la noche va llegando con la tosta de atún en manteca y el micuit con papaya, especias y gelée de cava. El lenguaje culinario de Lutz es sincero, directo, con la sofisticación justa para convertir las materias primas en sensaciones extraordinarias.

El Jardín de Lutz. Finca Cortesín. Casares (Málaga). Fotos: Xavier Agulló
El Jardín de Lutz. Finca Cortesín. Casares (Málaga). Fotos: Xavier Agulló

Gazpacho de remolacha con verduras, créme fraîche, avellanas y caviar. Sutiles linguini de calamar con yema de huevo de codorniz y salsa carbonara a la tinta. Mar y montaña: rodaballo a baja con verduras a la plancha y salsa de foie gras. No busques, disfruta. Y Lutz, para acabar, me da el antojo (está en la carta): solomillo a la pimienta negra con foie gras, majestuosidad de un clásico que tantas comidas pobló en otros tiempos y que, con paciencia y mano rigurosa, es más que nostalgia…
Helado de limón con aceite. Deliciosa sencillez. Fantástica noche.
Al día siguiente tuve que despertar del sueño. Pero ya nadie me podrá quitar el recuerdo; y, además, ya sé como llegar a Finca Cortesín…

Especulaba Benjamín Lana en un reciente y revelador artículo sobre las texturas como parámetro definidor de las vanguardias (frente a los sabores), y lo hacía analizando la opinión al respecto de Josean Alija, uno de los grandes de la creatividad táctil como herramienta de trabajo. La reflexión no pudo ser más acertada…