Zanganeando por Ortega y Gasset antes de la cena en el Tandoori Station con Alberto Luchini y Juanma Bellver, un chubasco repentino y señorial me obliga a hacerme fuerte en el Colossimo, donde me mando su afamada tortilla de patatas (perfecta cremosidad e integración) aguardando antes de acometer los colores indios de al lado…
Música recomendada: Traces of you (Anoushka Shankar & Norah Jones)
La idea ha sido de Bellver por razones obvias -vive al lado- a las que luego, en la mesa, se añadirán las ambientales y gastronómicas. El Tandoori Station es un muy competente restaurante indio. El local, desde luego, es de alto standing, con una atmósfera moderna y penumbrosa que me lleva de inmediato a los grandes restaurantes contemporáneos de Delhi y Bombay. La cocina, a lo que hemos venido, contundente pero pulcra, elaborada con tiempos justos, aunque sin renunciar al robusto cromatismo de los sabores del sub continente asiático. No hay aquí especulaciones ni flirteos, sino una visión muy cercana y hasta prolija a las tradiciones indias.

Siempre que nos conjuramos los tres, y con las cervecitas iniciales, brotan con atropello las conversaciones. Me jura Luchini que ha estado en un futuro “grande”, el Cañitas Maite, en Albacete, y no se sabe por qué nos enredamos a continuación en la filmografía “gaussiana” de Kenneth Branagh, discusión polémica y acalorada que sólo se resuelve cuando Juanma propone su primer vino, traído de su bodega en el portal anexo. Quinta de Santiago, un alvarinho portugués henchido de acidez y suavidad. Es el prefacio al primer plato (aperitivo): unas deliciosas pakoras (verduras rebozad, as) de firme textura y travieso toque picante. El segundo envite se convierte en pocos segundos en el hit de la noche: emperador marinado con yoghourt y hierbas y asado al horno. Máxima jugosidad, aunque pueda parecer mentira en un emperador.
Es tiempo de avanzar en la selección de vinos. Le Rosé (regalo de Alberto que recibimos con alborozo). Un gran vino cuya delicadeza nos lleva al tandoori de chuletas de cordero marinadas. Sin solución de continuidad, vuelve Juanma con un Voyeur (Douro), un complejo coupage en el que ha participado en persona, y que ya nos arroja al mogollón y el calor de los currys, al fastuoso pollo balti, al cordero karhai gosht y, por fin, a las espinacas con queso fresco.
Ortega y Gasset no es Colaba Causeway, pero…