Esa playa de arena dorada sin fin, sólo agitada por la marea y el viento… El océano lo rodea todo en Morro Jable, desde el verde cristalino de la orilla hasta los azules más intensos que se funden en el horizonte. Sí, Fuerteventura es pura molicie para olvidarse de la densidad de estos tiempos. Y para gozarse la cocina caprina de Casa Marcos

Música recomendada: She’s funny that way (Lee Hazlewood)

La carretera que lleva desde el aeropuerto a Morro jable es un solitario estudio de ocres y amarillos entre montañas, volcanes y silencios de maravillosa desolación. Un largo trayecto (Fuerteventura es muy grande) que, a la postre, te lleva al destino, Morro Jable. Una buena idea allí es quedarse en los discretos apartamentos Igramar, justo frente al Atlántico, con párquing y recoleta piscina. Sencillos pero cuidados dúplex con dos terracitas y siempre el gran azul en la mirada: a unos pasos del paseo y de la playa inabarcable. Pasear desde aquí por la orilla y llegar hasta el faro, haciendo parada en algún chiringuito, es un delicado placer que te propulsa a otros mundos. Ciertamente, como dice mi querida amiga Yaiza, periodista de Barcelona, surfera y fan de Fuerteventura, la isla es pura magia.

Morro Jable. Fuerteventura. Islas Canarias. Fotos: Xavier Agulló.
Morro Jable. Fuerteventura. Islas Canarias. Fotos: Xavier Agulló.

Un mediodía en Casa Marcos
Si hay un restaurante de referencia en Fuerteventura, éste es Casa Marcos, en Villaverde. Ahí es donde Marcos Gutiérrez despliega su cocina, muy vinculada al producto estrella de la isla: la cabra majorera. Con la leche de esta cabra se elabora el extraordinario queso majorero (a mi me gusta el de pimentón), varias veces declarado mejor queso del mundo. Y con el resto, Marcos, que incluso ha conseguido hacer jamón de cabra.

Casa Marcos. Villaverde. Fuerteventura. Islas Canarias. Fotos: Xavier Agulló.
Casa Marcos. Villaverde. Fuerteventura. Islas Canarias. Fotos: Xavier Agulló.

Casa Marcos se solaza en la conocida casa del Cabo, hermosa finca en la que, además del restaurante (y en unos días una gran barbacoa vista), ofrece espacio para eventos y hasta cinco habitaciones. Un proyecto ambicioso que ahora, pandemia oblige, va a medio gas en su oferta global. Lo que sí va a tope es el restaurante, con Nuria González a la cabeza de la sala.

Casa Marcos. Villaverde. Fuerteventura. Islas Canarias. Fotos: Xavier Agulló.
Casa Marcos. Villaverde. Fuerteventura. Islas Canarias. Fotos: Xavier Agulló.

Con la tradición majorera siempre su mente, Marcos abre la mesa con una vieja jareada (salazón al sol) “tal como la preparaba mi abuela”. Aceite, vinagre y una salsita de gofio y manzanilla. Un plato finger food frío y metalero. Intenso como el paisaje. Para suavizar la entrada, toca ahora un “cabiche” de mero, mezcla de carpaccio y cebiche que Gutiérrez aprendió en la isla de Pascua. Y de la potencia hemos pasado a la finura. La cabra hace su primera entrada con un refinado paté de su hígado. Y para no perder el ritmo, unos chupitos (de papa) de carajacas (hígado con majado), en este caso de cabrito, por supuesto, tocadas de queso viejo majorero. Llenas sensaciones…

Nos pasamos al cochino negro, en forma de rollito, acompañado de una salsa de queso majorero. Y, por fin, el cabrito compuesto, fresco, sutil, exacto. Como postres, un arroz con leche… de cabra, unos higos secos bañados en chocolate y una curiosa mousse de chocolate emulsionada en caldo de garbanzos.
Y que siga Fuerteventura…

Write A Comment