Artículo (editorial) publicado en la revista Summum (Grupo Zeta) en 2001.
Música recomendada: Book of Saturday (King Crimson)
Cuando las cosas van mal, la depresión acecha tras cualquier recodo o las ilusiones se desvanecen en una realidad opaca e irremediable, siempre me queda Jack London. A él vuelvo. A aquel desconocido cuento en el que narra la terrible vida de un condenado a cadena perpetua. En el relato, basado en la extraña relación entre el penado y su carcelero, el primero, a pesar de sufrir una hórrida condena, logra, gracias a su imaginación y a su libre albedrío (lo único que nada ni nadie nos puede sustraer), tener una vida plena. Se casa, tiene hijos y es feliz. El verdugo, estupefacto ante la creciente felicidad del reo, extrema sus torturas, aprieta más los grilletes, elimina la comida… pero todo es en vano. Al final, el reo muere con una sonrisa en la boca.
Frecuentar esa lectura me ha sido de mucha ayuda en momentos delicados. Y no tan delicados. Es una buena terapia para mitigar desilusiones, sí, pero también es una excelente metáfora que nos informa de que la felicidad no depende tanto de las consecuciones materiales como de la capacidad que tengamos para imaginar, fantasear y disfrutar siempre y en cualquier circunstancia de lo que tengamos.
La felicidad se encuentra agazapada, en pequeñas pero intensas dosis, en cualquier geografía, en cualquier tiempo
No olvidemos que, a pesar de la obligación que tenemos, como seres humanos, de buscar la felicidad suprema a lo largo del camino de la vida, aunque nunca lo consigamos, ésta se encuentra agazapada, en pequeñas pero intensas dosis, en cualquier geografía, en cualquier tiempo. En el fuerte aroma de un café arábica en una fría mañana otoñal, en la brisa suave que nos refresca en una playa solitaria, en una caricia furtiva, en la preparación de un viaje largamente deseado, en los árboles de un parque, en una noche llena de estrellas, en la sonrisa de nuestra pareja o en un plato de marisco.
Esos son los grandes momentos de la vida.
Yo, la otra noche, sentí uno de ellos simplemente charlando con un amigo.
Xavier Agulló
Director de Summum