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Decimocuarto día de confinamiento bajo el Teide (nevado). Dicen que las leyendas siempre se sustentan en algo real. Ésta de Cantabria, por muy asombrosa que parezca, está datada y certificada por autoridades (civiles y eclesiásticas) y prohombres de la España del siglo XVII. Y relatada aquí por Feijoo. Se non è vero, è ben trovato…

La Guancha. Viernes, 27 de marzo de 2020
Música recomendada: Jambalaya (Van Morrison & Linda Gail Lewis)

(Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), Teatro crítico universal (1726-1740), tomo sexto (1734). Texto tomado de la edición de Madrid 1778 (por Andrés Ortega, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo sexto (nueva impresión, en la cual van puestas las adiciones del Suplemento en sus lugares), páginas 273-314.)

“El caso, que da materia a este Discurso, es tan extraño, tan exorbitante del regular orden de las cosas, que no me atrevería a sacarle a la luz en este Teatro, y constituirme fiador de su verdad, a no hallarle testificado por casi todos los moradores de una Provincia, de los cuales muchos, que fueron testigos oculares, y dignos de toda fe, aún viven hoy. La noticia se difundió algunos años ha a varias partes de España debajo de la generalidad, que un Mozo, natural de las Montañas de Burgos, se había arrojado al mar, y vivido en él mucho tiempo, como pez entre los peces; y confieso, que entonces no le di asenso, de que no estoy arrepentido; pues fuera ligereza creer un suceso de tan extraño carácter, sin más fundamento, que una voz pasajera. Añadíase, que esto había sido efecto de una maldición, que sobre dicho Mozo había fulminado su madre; pero esta circunstancia fue falsamente sobrepuesta a la verdad del suceso, como veremos después.”

Tras la estela del hombre pez
“En el Lugar de Liérganes, de la Junta de Cudeyo, Arzobispado de Burgos, distante dos leguas de la Villa de Santander hacia el Sudeste, vivían Francisco de la Vega, y María del Casar su mujer, vecinos de dicho Lugar, los cuales tuvieron en su matrimonio cuatro hijos, llamados Don Tomás (que fue Sacerdote), Francisco, José, y Juan, que vive todavía, de edad de setenta y cuatro años.

Viuda dicha María del Casar, envió al referido hijo Francisco a la Villa de Bilbao a aprender el oficio de Carpintero, de edad de quince años, en cuyo ejercicio estuvo dos años, hasta que el de 1674, habiendo ido a bañarse la Víspera de San Juan con otros mozos a la Ría de dicha Villa, observaron éstos se fue nadando por ella abajo, dejando la ropa con la de los compañeros, y creyendo volvería, le estuvieron esperando, hasta que la tardanza les hizo creer se había ahogado, y así lo participaron al Maestro, y éste a su Madre María del Casar, que lloró por muerto a dicho su hijo Francisco.

El año de 1679 se apareció a los Pescadores del mar de Cádiz, nadando sobre las aguas, y sumergiéndose en ellas a su voluntad, una figura de persona racional y que queriendo arrimársele, se les desapareció el primer día; pero dejándose ver de dichos Pescadores el siguiente, y experimentando la misma figura, y fuga, volvieron a tierra contando la novedad, que habiéndose divulgado, se aumentaron los deseos de saber lo que fuese, y fatigaron los discursos en hallar medios para lograrlo; y habiéndose valido de redes que circundasen a lo largo la figura, que se les presentaba, y de arrojarle pedazos de pan en el agua, observaron, que los tomaba, y comía, y que en seguimiento de ellos se fue acercando a uno de los barcos, que con el estrecho del cerco de las redes le pudo tomar, y traer a tierra; en donde habiendo contemplado éste, que se consideraba monstruo, le hallaron hombre racional en su formación, y partes; pero hablándole en diversas lenguas, en ninguna, y a nada respondía, no obstante haberle conjurado, por si le poseía algún espíritu maligno, en el Convento de San Francisco donde paró; pero nada bastó por entonces, y de allí a algunos días pronunció la palabra Liérganes; la que ignorada de los más, explicó un mozo de dicho Lugar, que se hallaba trabajando en la referida Ciudad de Cádiz, diciendo era su Lugar, que estaba situado en la parte arriba mencionada; y Don Domingo de la Cantolla, Secretario de la Suprema Inquisición, era del mismo lugar; con cuya noticia un sujeto, que le conocía, le escribió el caso; y Don Domingo le comunicó a sus parientes de Liérganes, por si acaso había sucedido allí alguna novedad, que se diese la mano con la de Cádiz. Respondiéronle, que nada había más, que haberse desaparecido en la Ría de Bilbao el hijo de María del Casar, viuda de Francisco de la Vega, que se llamaba también Francisco, como su padre; pero que había años le tenían ya por muerto. Todo lo cual participó Don Domingo a su correspondiente de Cádiz, que lo hizo notorio en el referido Convento de San Francisco, donde se mantenía.

en orden a la circunstancia de las escamas, cuando llegó a Liérganes, tenía algunas sobre el espinazo, y como una cinta de ellas desde la nuez al estómago; pero a poco tiempo se le cayeron

Hasta aquí la relación remitida por el señor Marqués de Valbuena, la cual poco después fue confirmada en un todo por Don Gaspar Melchor de la Riba Aguero, Caballero del Hábito de Santiago, vecino del Lugar de Gajano, distante de Liérganes cosa de media legua, en respuesta a su yerno Don Diego Antonio de la Gándara Velarde, residente en esta Ciudad, que también me hizo el favor de solicitar el informe de aquel Caballero, el cual en su carta firma haber tenido algunas veces en su casa, y dado de comer al sujeto de esta historia. Así me la confirmó toda otro Caballero llamado Don Pedro Dionisio de Rubalcaba, natural del Lugar de Solares, próximo a Liérganes, que también trató muy de intento a nuestro Nadante; y a éste, en orden a la circunstancia de las escamas, debí la individuación, de que cuando llegó a Liérganes, tenía algunas sobre el espinazo, y como una cinta de ellas desde la nuez al estómago; pero a poco tiempo se le cayeron. Don Gaspar de la Riba dice en su Relación, que en algunas partes del cuerpo tenía el cutis áspero al modo de lija. Con estas dos últimas advertencias se concilia el aparente encuentro de las noticias en orden a las escamas. Los que le vieron en su arribo a Santander, pudieron afirmar con verdad, que las tenía, porque de hecho las tenía entonces; y los que le vieron después, afirmaron también con verdad, que no las tenía, porque ya se le habían caído. También algunos equivocarían el cutis áspero de algunas partes de su cuerpo con piel escamosa.”

“… Él no solicitaba la comida; pero si se la ponían por delante, o si veía comer, y se lo permitían, comía y bebía mucho de una vez, y después en tres, o cuatro días no volvía a comer: su asistencia continua era en casa de su madre; y si le mandaba llevar alguna cosa a casa de algún vecino, iba, y la entregaba puntualmente; pero sin hablar palabra, y la que más frecuente se le oía era tabaco, de que tomaba mucho, si se lo daban: también pronunciaba algunas veces pan, vino; pero si le preguntaban si lo quería, no respondía, ni por señas significaba que se lo diesen; de donde se pasó a hacer juicio había perdido la parte intelectual, quedándole solo la que se puede decir instintiva. Cuando le vi la primera vez, ya no tenía escamas, aunque sí la cutis muy áspera, y las uñas muy gastadas; aunque un anciano de aquel Lugar, hombre de muy buena razón, asegura, que cuando vino se le veían algunas escamas el pecho, y espalda; pero que luego se le fueron cayendo. Iba a la Iglesia, si veía ir a otros, o se lo mandaban; mas en el Templo de nada hacía caso, ni se le notaba atención alguna a la Misa, ni demás funciones Eclesiásticas…”

“… El tiempo, que se mantuvo en Liérganes, después que vino de Cádiz, no lo he podido indagar a punto fijo; pero por algunas probables circunstancias computo, que fue de nueve a diez años, al cabo de los cuales volvió a desaparecer, sin que nadie haya sabido, cómo, ni su paradero…”

¿Cómo lo veis? Yo…