Aunque la heroicidad, realmente, no tiene nada que ver con la epifanía que uno siente cuando los prueba, es decir, con la exquisitez. Pero también debemos admitir que el sobreesfuerzo de esta cosecha, en plena pandemia, les otorga una mítica única, exclusiva. Son los espárragos extra gruesos de La Catedral de Navarra 2020. ¡Dioses!
Música recomendada: I talk to the wind (King Crimson)
Cayo Martínez, demiurgo de la marca, ha debido batallar con unas circunstancias muy adversas (y peligrosas) para poder llenar con ocho frutos casi imposibles sus latas de a kilo en esta campaña. Lo ha conseguido. El resultado, acaso por la situación que estamos viviendo y esa mítica subyacente a ella, se me antoja mejor que jamás. Conozco bien sus espárragos (ni se me ocurriría comprar otros) desde hace años, y estos son probablemente los que más he disfrutado. “Une rose seule, c’est toutes les roses et celle-ci: l’irremplaçable, le parfait”, rimaba Rilke…
Los espárragos 2020 de La Catedral de Navarra son níveos, plenos y pletóricos, de una textura implosiva que se diría mistérica, delicioso oxímoron de turgencias y fundencias, como sentirse enamorado, y un sabor que obliga a volver a pensar en el significado de “refinamiento”, con ese levísimo y aristocrático final amargo, onírico señorío.
Sensaciones intangibles (eróticas) que nos acercan a un nirvana laico y sensorial…