Tag

Chamberí

Browsing

Reaparición de Luchini en La Molicie… Aquí va su crítica del nuevo Coquetto de los talentosos hermanos Sandoval. Una apertura que nos da más alegría y buen rollo que jamás. ¡Grandes!

Música recomendada: Just what I needed (The Cars)

Después de triunfar en su localidad de origen, Humanes, los Sandoval (Mario, chef; Rafael, sumiller; y Juan Diego, maitre) desembarcaron a lo grande hace un par de años en la capital, para convertir el grandioso local chamberilero que antaño ocupase la discoteca ochentera Archy en uno de los grandes templos gastronómicos de la ciudad. No contentos con ello, acaban de inaugurar, a apenas dos manzanas de distancia, sin salir de ese Chamberí que ya se ha convertido en territorio Sandoval (Mario también asesora el vecino Orfila), Coquetto, un concepto mas informal y popular que aspira a poner su propuesta al alcance de todos los públicos. Y, visto lo visto en una primera visita, van por el camino de conseguirlo.

Gambas, almejas de Carril al albariño y escabeche de perdiz. Coquetto. Madrid.
Gambas, almejas de Carril al albariño y escabeche de perdiz. Coquetto. Madrid.

Coquetto no es un restaurante fashion ni una casa de comidas tradicional ni una taberna ilustrada, sino las tres cosas al mismo tiempo. En un acogedor local que hace honor a su nombre, en el que antiguamente se ubicaba la cafetería El 2 de Fortuny, redecorado en un acertado estilo rústico-ecléctico, los Sandoval ofrecen una cocina de base tradicional centrada en el producto de temporada de muchos quilates. Así, se puede empezar con unas gambas cocidas, terciadas pero restallantes de sabor, para seguir con una almejas de Carril al albariño o un impecable escabeche (qué mano tiene Mario con los escabeches) de perdiz con granada, escarola y berros.

Parpatana con pisto, cochinillo asado, ración de cochinillo y costilla de vaca lacada. Coquetto. Madrid.
Parpatana con pisto, cochinillo asado, ración de cochinillo y costilla de vaca lacada. Coquetto. Madrid.

La pasión del chef por el atún se refleja en la parpatana con pisto y huevo frito, tan contundente y sabrosa como cabe esperar de esta pieza del pescado pero, al mismo tiempo, más ligera de lo habitual. Las chuletas de lechal al guisopo rozan la perfección. Y luego están los dos platos estrella. Uno, como era de imaginar, el cochinillo, santo y seña de la familia Sandoval desde los tiempos en que el restaurante fundacional de Humanes era un merendero especializado en este producto. Simple y llanamente, el mejor de la capital. El otro, más inesperado, la costilla de vaca glaseada, que va camino de convertirse en el must de la casa, plantándole cara incluso al mismísimo cochinillo. Uno de los platos del año.

Monti café. Coquetto. Madrid.
Monti café. Coquetto. Madrid.
Dos apuntes importantes para terminar. El primero, la interesantísima oferta de cócteles, en la que sobresale el Monti Café, que se puede tomar después del postre o, ítem más, como postre mismo: espresso, vodka, licor de café o vainilla (aunque se puede tunear, y ésa es mi recomendación, con amontillado en lugar del destilado cosaco). Y el segundo, el servicio de delivery, que nació durante el arresto domiciliario a la espera de una apertura que se retrasó varios meses y llegó para quedarse. Exactamente lo mismo que va a pasar con Coquetto, una de las (pocas) muy buenas noticias para la gastronomía madrileña durante este infausto 2020.

Luchini nos tienta hoy en La Molicie con el sugestivo delivery de Asturianos, referente canalla de Madrid. ¡Quién pudiera!

Música recomendada: Jambalaya (Van Morrison & Linda Gail Lewis)

Decir en Madrid “Asturianos” es hablar de un secreto a voces entre gastrónomos y enófilos; de un lugar en el que nunca se podrá celebrar una reunión secreta o una cita prohibida porque siempre habrá en alguna de las mesas vecinas alguien conocido; de la taberna canalla en la que muchos chefs que intervienen en Madrid Fusión cierran la jornada a altísimas horas de la madrugada en un estado de revista como mínimo discutible; de, en fin, el único lugar del mundo en el que, en palabras de hace muchos años de mi querido Juan Manuel Bellver, “se puede tomar una fabada con un Petrus”.

Cerrada, por razones obvias, desde mediados de marzo, somos una legión silenciosa quienes echamos de menos los platos de Doña Julia Bombín, los excelentes vinos de una bodega única y las charlas interminables sobre lo divino, lo humano, el Atleti y muchas otras cosas con sus hijos Alberto y Belarmino, que se ocupan por turnos de la sala (los dos a la vez sería una sobredosis). Ante la imposibilidad de volver a abrir siguiendo las consignas de los expertos (¿quiénes son los expertos? ¿dónde se saca el título de experto en puto coronavirus? ¿qué hay que estudiar para ser experto en puto coronavirus? ¿cuántos años llevaban preparándose para esta pandemia? ¿saben sumar dos más dos?), porque sólo podrían ofrecer servicio en dos de las mesas de su minúscula terraza urbana, con más pérdidas económicas que si se mantienen cerrados, los hermanos acaban de poner en marcha el servicio a domicilio “Doña Julia en tu casa”. Ellos son los ideólogos pero, como su propio nombre indica y es costumbre, la que trabaja es su madre.

El delivery consiste en un menú cerrado para dos personas, al precio de 50 euros (portes incluidos), con cuatro de los platos estrella de la casa: las sardinas marinadas en vinagre de sidra con sopa de tomate, las verdinas con marisco (almejas, berberchos, rape…), la melosísima carrillera estofada y el flan de queso. ¿Por qué estos platos y no otros? Porque, con un muy acertado criterio, han apostado por los que mejor viajan y mejor se conservan. Así, llegan envasados al vacío y sólo hay que regenerarlos al calor, incluso al cabo de varios días, y tunearlos ligeramente, por ejemplo, añadiéndole unas patatas fritas de sartén a la carrillera. Y, claro, abriendo una botella de buen vino, dizque un garnacha Kaos 2010 de la Tierra de Castilla y León…

Conclusión: se come prácticamente igual que en “Asturianos”, cosa que se agradece, pero no es exactamente igual que estar en “Asturianos”. Faltan ese bullicio, esa alegría y ese espíritu de interacción convivial con el personal y el resto de mesas que hacen de esta tasca un lugar único y que ojalá vuelvan más pronto que tarde. Y ese día, como otros muchos, allí estaré, repitiendo alguno de estos platos y rematando con ese mítico escalope con patatas fritas que Doña Julia suele preparar para “la familia” y que a veces permite que disfruten también los parroquianos.

Éste fue el último restaurante al que fui antes de “la devastación”. En Madrid, a dos días justos del estado de alarma. Consejo pertinente (comme toujours) de Alberto Luchini. Melancolía…

Música recomendada: The song of the sea goat (Pete Sinfield)

Me resulta inevitable, al pensar en la Premiata Forneria Ballaró de Madrid, recordar la Premiata Forneria Marconi (la banda de rock progresivo de Milán en los 70, producida por Peter Sinfield, no la panadería del mismo nombre en cuyo sótano ensayaban), porque la denominación es un homenaje a aquel grupo. Un homenaje que le han rendido dos grandes de la cocina italiana de Madrid –Rafael Vega, ex Piu di Prima, y Angelo Marino, Mercato Ballaró y la llorada Taverna Siciliana– unidos por la amistad y la pasión por la cocina italiana y la pizza. Con Sandro Pattaro (ex Martin Berasategui) a los mandos y el orgullo de un irresistible horno de leña.

Los dos amigos (antes competencia) lo tuvieron claro. Eclecticismo culinario e Italia. De esta suerte son capaces de elaborar unos crujientes arancini, de ragú y de espinacas, para preparar al comensal a la pinsa romana, uno de los hits, especie de pizza ovalada hecha con tres tipos de harina (trigo, arroz y soja), masa madre larga y una hidratación del 80% para conseguir ligereza. Verdad: de lardo, grelos y nueces.

Ya te digo... Premiata Forneria Ballaró. Madrid. Fotos: Xavier Agulló.
Ya te digo… Premiata Forneria Ballaró. Madrid. Fotos: Xavier Agulló.

Muestra de la heterodoxia del establecimiento es la presa ibérica tonnata, sí, haciendo swapping de carnes. Desde los Abruzzo llegan los sparone (pasta rellena enrollada de espinacas y ricotta), puro amor, y… Pasta y pasta: ravioli de bacalao mantecato, con un toque picante y llenos de glamour; y tagiatelle de yema a las tres carnes, y lo que quede para el gato. Incluso más pasta: ravioli de presa ibérica con ‘nduja y salsa de mascarpone y pistacho. Tiramisú, escuela de promiscuidades, y cannoli.

Que lejos queda ahora aquella noche en Chamberí, que compartimos alegremente con el amigo y chef Jonay Hernández, de La Vieja, en Mallorca… Melancolía.

Premiata Forneria Ballaró
Santa Engracia, 90. Madrid

Tel. 915 93 91 33
Terraza abierta. Take away y a domicilio
Precio medio: 30 €