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Luchini se toma la primera cerveza de la nueva normalidad. Así lo vivió y así lo comparte en La Molicie…

Música recomendada: One bourbon, one scotch, one beer (George Thorogood & The Delaware Destroyers)

A medida que van pasando los años, cada vez es más difícil contestar afirmativamente a la pregunta, casi metafísica, ¿Recuerdas las última vez que hiciste algo por primera vez? Pues bien, hoy puedo hacerlo.

A las 20.35 horas del jueves 28 de mayo de 2020, sin viento de levante y con una calorina más propia de julio que de finales de mayo, después de más de 70 días de arresto domiciliario por culpa del puto coronavirus, en la terraza del bar de Legazpi “Los Castaños II” me tomé la primera cerveza de la nueva vida que nos espera.

Fue sentarme y antes de que el camarero, escondido tras una mascarilla que sólo dejaba a la vista sus ojos, se acercara a preguntar, le hice una señal desde la distancia, marcando un uno con el dedo índice y apuntando a la cerveza que el amigo que me esperaba en la mesa ya había pedido, a aproximadamente dos metros de distancia.

Y, de repente, allí estaba ella, tan soñada, frente a mí, tan sugerentemente rubia y tan dispuesta a entregarse sin condiciones. Después de contemplarla medio en éxtasis durante unos segundos, en los que los últimos dos meses y medio pasaron por mi mente a velocidad de vértigo para confirmar que sí, que todo esto es real y no una pesadilla, me lancé sin miedo al rechazo. El primer trago, fresco y amargo, no lo olvidaré jamás, me supo muy especial, como un primer beso adolescente.

Luego, la magia empezó a desvanecerse. Ese néctar divino del principio poco a poco se iba convirtiendo en una cerveza normal y corriente. Una más de las muchas que me he tomado y de las muchas que me tomaré, por supuesto nunca antes de la hora del Ángelus (¿verdad, Xavi?), en ese futuro que se presenta tan incierto como oscuro. Diez semanas soñando con este momento, sublimándolo hasta límites insospechables, y una vez que llega…

Te deseo de tal forma
y desde hace tanto tiempo
que al tocarte con mis manos
atravieso por un sueño
que me traba la cabeza
como un nudo, como un freno
como un muro transparente
que me impide amar tu cuerpo
“Más allá del amor”. Luis Eduardo Aute