Tras un miércoles insólito con la vindicación de las “cocinas negras” (Black cuisines matter), en el que la colombiana Maura de Caldas, 82 años y 37 hermanos, nos mostró, con grupo musical en directo, la exasperante riqueza de los mariscos del Pacífico; Selassie Atadika, desde Ghana, anunció la revolución de la Nueva Cocina Africana, suma de gastronomía ancestral, visión contemporánea, productos provocativos y agitación social; Pierre Thiam nos llevó a sus sabores de Senegal desde California; y JJ Johnson flirteó con las recetas cajun de Louisiana desde Nueva York, entre otras ponencias irresistibles (Arzak, Alija o Berasategui) y la cena de los nuevos valores de Euskadi (Galerna y Arraunlari Berri), el jueves nos arrastró a los grandes sabores vascos, desde la taxonomía del Cantábrico (Elkano) a los juegos vanguardistas de Pedro Subijana (celebración del 50 Aniversario de Akelare).
Música recomendada: Nous pas bouger (Salif Keita featuring L Skadrille)

Cuando uno piensa en Elkano o en Aitor Arregui, se aparece al instante el rodaballo. Ese rodaballo a la parrilla que Pedro Arregui, el padre de Aitor, llevó a la mitología culinaria mundial. Por fortuna, San Sebastian Gastronomika ofrece, cada año, una comida allí en Getaria, en donde los invitados (chefs y periodistas) regresan a ese recodo de inenarrable placer que ofrecen las distintas partes del pescado, tocadas sólo por el sabio fuego y por la secreta “agua de Lourdes”. Este año, no obstante, las ganas de arrojar otra mirada sobre la cocina de Elkano aliadas con una galerna que imposibilitó la pesca del rodaballo nos llevaron a otros productos. Otros, pero igual de gloriosos. Aitor nos explicó su Cantábrico con su erudición trasladada al plato: bonito marinado, chicharro ahumado y verdel curado. De entrada. Siguió a esa vela de armas la bogavanta. Taxonomizada y vibrante de texturas. El tronco y la pinza con una sutil vinagreta; la cabeza a la parrilla y las huevas en evolución. Una pasada de sensaciones marinas. Después, unas setas a la parrilla (¡esas xixas!) y un guiso de calamar, tradicional y pletórico de confort. Más retos: gónada de dorada (recordando la de caballa que daba Ferran hace años en El Bulli), foie de salmonete y salmonete a la parrilla y, por fin, el elocuente lenguado a la parrilla, una pieza de finura y tersura enloquecedoras.
Muchos son los Elkano…

Akelare, 50 años de alta diversión
Aunque con Pedro, “sólo” 45. Ahí lo conocí a Pedro, mi primer “gran vasco”. Ahí volví la otra noche para celebrar la historia. Y en su mesa revisité algunas de las elaboraciones más representativas de su trayectoria, un menú historiográfico que, dijo, se quedará en la carta como otra propuesta. Un arranque con la mantequilla diabólica, los huevos fritos con patatas fritas y jamón y el talo de morcilla nos llevaron a todos a una sabrosa nostalgia. Pero también los sorprendentes (la sorpresa es uno de los vectores al que Pedro jamás ha renunciado) macaron-gilda y el buñuelo de tartare de carabinero. Subijana no cesa.

Luego fueron pasando auténticos monumentos que van más allá de la historia de Akelare porque están instalados en la propia de nuestra gastronomía. La terrina de sardinas con crema de pisto, la ostra en su cáscara (comestible), la terrina de rabitos de cerdo ibérico… La Nueva Cocina Vasca rediviva, regalándonos retazos de aquella Nouvelle Cuisine en la que se inspiró. Ensalada de verduras del huerto y bogavante con cúpula de su coral; el chipirón de anzuelo con arenas de colores; el pozharsky de cordero con nube de patata… Y, desde luego, la aparatosa langosta destilada en gueridón y “el primero”, la legendaria lubina a la pimienta verde de 1976. Todavía la frantxineta frita con ruibarbo y… el seminal gin tonic en el plato, postre deconstruido que inauguró nuevos mundos en su día.
Imposible no amar a Pedro.
Nota fundamental: todas las ponencias de SSG20 están disponibles en sansebastiangastronomika.com